19 de septiembre de 2008

"¿O vas a tener tu envidia porque yo soy bueno?"

DOMINGO XXV TO -A- 2 - Is 55, 6-9 / Fil 1, 20-24.27 / Mt 20, 1-16

Hay  un primer mensaje de carácter universal en la parábola que hemos escuchado: Dios busca continuamente y a diversas horas  -al amanecer, al mediodía, al anochecer- trabajadores para su viña que con su actividad ennoblezcan la creación, la propia vida y la de los otros. Esta colaboración humana la quiere de todos y debe ser siempre solidaria, sin envidias que entristecen..., por amor,  según sus posibilidades de cada uno,  en la esperanza de una recompensa cierta. Ahora bien, si la parábola se lee desde las categorías humanas es difícil de comprender; puede interpretarse en términos de ambición y egoísmo y no de altruismo y solidaridad. Pero no se trata aquí de un problema de justicia humana sino de gracia de Dios; el mensaje es teológico.

            Por una parte el dueño de la viña da a cada uno lo pactado pero a los últimos los equipara con los primeros y  se justifica: lo que yo hago no es injusticia contra vosotros, los primeros, sino generosidad con éstos, los últimos. No es agravio sino bondad pero es precisamente esa bondad con los últimos lo que provoca la indignación de los primeros. Dios "el señor de la viña" rompe los esquemas mentales, nuestros planteamientos de justicia conmutativa-legal;  a veces es más fácil aceptar la severidad de Dios que su misericordia que nos "descoloca"... Esto confirman las palabras del profeta Isaías:  "Que al malvado abandone su camino y el criminal sus planes... Mis planes no son vuestros planes, mis caminos no son vuestros caminos...como el cielo es más alto que la tierra mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes que vuestros planes".

            El mensaje principal, la gran enseñanza sobre Dios,  está en las palabras del dueño de la viña: "yo soy bueno".  El señor de la parábola no quiere perjudicar a nadie sino hacer el bien a todos y esto  "porque es bueno" y manifiesta su bondad por encima de todo merecimiento de justicia humana. Dios es más que aquel que administra rectamente la justicia conmutativa..., es más que el que paga a un hermano por determinadas horas de trabajo; buscar trabajadores al final del día cuando pueden rendir poco no se explica con criterios de productividad...Dios es ante todo bondad que rompe nuestros esquemas y nuestras más elaboradas concepciones de justicia; su justicia no es la nuestra; su amor, el amor, es siempre sorprendente, imprevisible, gratuito...

            Dios es así..., nos sigue queriendo tanto si somos obreros de primera hora como del atardecer (¿no quieren acaso los padres a todos sus hijos...?). Acordaos de san Dimas, el buen ladrón, a quien Jesús prometió el paraíso en la cruz, seguro que no por el ejemplo de vida... Ante esta actitud siempre puede surgir la tentación: si finalmente todos vamos a recibir la misma paga ¿para qué esforzarse?...ya que Dios es un Padre que nos ama y salva a todos atrasemos nuestra conversión al final de la vida y mientras tanto.... Ya lo escribía Antonio Machado de aquel gran pecador que, en su vejez, "gran pagano se hizo hermano de una santa cofradía"... Tentación falsa: cada uno debe trabajar desde su hora para mejorar el mundo y  si el salario consiste en estar con Jesús, evidentemente será el mismo para todos, si bien unos lo habrán disfrutado, en esta vida, más tiempo que otros. Se lo que eres a fondo, de verdad. Eso es lo que cuenta. Qué importante es saber que Dios nos ama por muy torcidos que hayan sido nuestros caminos previos y que siempre es posible volver a él. "Confía el pasado a la misericordia de Dios, el presente a su amor, el futuro a su providencia", escribía san Agustín.

Pablo les dice a los filipenses que él lo único que desea es servir a Cristo, sea por mi vida o por mi muerte. El problema no es vivir o no vivir en este mundo, el problema es estar y permanecer siempre unidos a Cristo, viviendo una vida digna de su evangelio. Lo único importante, mientras vivimos aquí, es que nuestra vida esté al servicio de Dios, en beneficio de los hermanos; lo más importante no es vivir o no vivir sin más, sino vivir o no vivir una vida digna del evangelio de Cristo. FELIZ CURSO A TODOS.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha encantado la homilia porque resalta una idea que a mí me fascina, que es, que Dios nos ama a todos por igual sin hacer ningún tipo de distinción. Esta idea es bien resaltada en la parábola de los obreros, la moraleja sería que el amor verdadero se dona gratuitamente e igual para todos. Pues a sus ojos todos somos sus hijos.

Hno. Ángel