13 de noviembre de 2008

LES DEJÓ ENCARGADOS DE SUS BIENES

DOMINGO XXXIII T.O. -A- Prov 31,10-13.19-20/Tes 5, 1-6/ Mt 25,14-30

Escribía Antonio Machado: "Moneda que está en la mano, quizá la puedas guardar; la monedita del alma, la pierdes si no la das".  Con la "moneda que está en la mano" se pueden hacer negocios que la quintupliquen o la dupliquen, se la puede depositar en el banco y ganar intereses; pero  "la monedita del alma", que son los últimos y más vitales talentos del hombre, lo que realmente es importante en la vida, la perdemos si no la damos. Con esta "monedita del alma" no se negocia, se entrega. Y es lo mismo que se trate de una mujer que maneja la trueca o el ordenador, que se sea un nuevo apóstol de la gente o un sencillo místico que reza en su casa, que seamos ancianos o jóvenes, con un prestigioso master o con el graduado escolar. "La monedita del alma" la hemos recibido todos. No hay nadie que no haya recibido de Dios un corazón para llevar a los demás calor humano, comprensión, bondad, perdón.... "un poco de cariño" es tanto y podemos y debemos darlo sin miedo; además no hay que olvidar que nadie va a pedirnos más de lo que podamos dar.

             Santa Teresa, al inicio de su gran reforma del Carmelo que tantos dolores de cabeza la costó decía: "me determiné a hacer eso poquito que yo puedo y es en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí -se refiere a las monjas que la siguen-  hiciesen lo mismo...". Es esa actitud, en el fondo, lo que recuerda la parábola. Empobrece cerrarse en el propio corazón, enriquece abrirse, cada cual según sus posibilidades al amor de Dios y a los hermanos. Por eso cuando  Jesús afirma que "al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener" no está invitando al consumo sino a la generosidad que nace de la entrega y la donación sencilla de lo que uno es y tiene, con la mejor voluntad de hacerlo. La belleza mayor es la generosidad que tenemos que vivir en el presente, ahora, porque este es nuestro tiempo y cada momento es una ocasión especial para hacerlo. Lo que no se da se pierde.

Esta es una de las actitudes de fondo que vivió el Siervo de Dios P. Magín Morera, de quien hoy recordamos cien años de su nacimiento. Estoy convencido de que la clave de su entrega y donación, de sus frutos apostólicos, la encontramos en la contemplación y el seguimiento de la vida diaria de Jesús, María y José en Nazaret: una vida cotidiana vivida llena de sentido, valorando  las cosas sencillas, creando familia en la escucha de la Palabra y en el servicio al hermano según las propias cualidades.  Hombre de profunda piedad no dejaba sus devociones y oraciones como el Santo Rosario se encontrase en la situación que se encontrase; convencía por su forma de ser, su amabilidad, compasión, humildad. No daba importancia al cargo que tenía (por tres veces fue elegido superior general),  ni siquiera a la enfermedad, mostrándose más interesado por los problemas de los demás que por él mismo. Hacía en toda ocasión "pastoral de la  mía"... en diálogo  personal e interesado por el otro;  siempre con su sonrisa de padre bueno, con su mirada llena de sabiduría y experiencia,  buscaba y tenía tiempo para todos y nunca se excusaba en el servicio y la entrega. Esta actitud que contagiaba entusiasmo,  ha quedado grabada en el recuerdo de cuantos le conocieron y se sintieron atraídos por su fuerza y carisma. Siempre cercano, siempre padre, escribía a los lectores de "La Sagrada Familia": "Con alguna gotita de sangre, unida a la oración y a la acción, se llega a vencer el mal con la abundancia del bien".

            Que no se nos escape el tiempo entre las manos, que no lo perdamos,  sin hacer nada constructivo, nada que lleve paz, consuelo y alegría a los demás. Que no vivamos un día y otro,  sin dar trascendencia a nuestras vidas, sin emplearnos a fondo en las cosas realmente importantes. Hacer fructificar los talentos significa saber aprovechar bien el tiempo para alabar y bendecir al Creador y ayudar a nuestros hermanos.  Que así sea, con la Gracia de Dios.

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