9 de octubre de 2009

"...Y EN LA EDAD FUTURA, VIDA ETERNA"

DOM  XXVIII  TO-B- 1- Sab 7, 7-11 / Heb 4, 12-13 / Mc 10, 17-30

            Entre tantos valores que el hombre encuentra en su existencia ¿Cuál es el valor supremo?. La primera lectura  responde que la sabiduría es el valor superior, más precioso que las riquezas ("Todo le oro a su lado es un poco de arena y, junto a ella, la plata vale lo que el barro"). Para el AT  el espíritu de sabiduría nos conduce a la conquista del bien y de la felicidad. Tiene mucho que ver con la prudencia, con el equilibrio interior, con la clarividencia, con un verdadero y acertado discernimiento. Ya los griegos decían que el verdadero sabio es el santo, el que acierta a comportarse correctamente en las distintas circunstancias de la vida. Las personas sabias y santas son, además, felices, porque saben ajustar su vida al orden de las cosas, a la voluntad de Dios.  

Prototipo del hombre sabio es Salomón: "… te doy un corazón prudente, como no ha habido antes de ti ni lo habrá después. Pero además te añado lo que no has pedido: riquezas y gloria en tal grado que no habrá en tus días rey alguno como tú" (1 Re 3, 10-13).  Encontrar un sentido a la existencia; saber discernir los valores humanos y morales y dejarse guiar por ellos…, abrir el corazón al espíritu de Dios,  vivir en la verdad de la vida,  descubrir el "arte de vivir". Esta sabiduría  no es tanto fruto del esfuerzo humano, cuando don de Dios que debemos pedir cada día; no es acumular conocimientos sino abrirse a Dios con profundo respeto y reconocimiento  humilde de su divinidad. Por eso, al sabio,  le vienen por añadidura todos aquellos bienes que no había buscado por entregarse a la búsqueda de la sabiduría.

            Esta reflexión nos descubre  que la búsqueda de la vida eterna no está alejada de la búsqueda de la sabiduría: "¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?". Jesús "mira con cariño"  a quien tiene  una inquietud,  a quien busca  el sentido profundo de su vida y le deja marchar;  no le codena (quizás necesita más tiempo…) cuando, triste, no acepta ni comprende la  invitación de Jesús  ("Vende lo que tienes… así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme"). Jesús no condena la riqueza sino la dependencia, la esclavitud de los bienes materiales cuando cierran el horizonte a cualquier pregunta. Qué gran verdad es aquella de que "el que posee es poseído", está atrapado en una red brillante, apetitosa, falaz… "Qué difícil desprenderse de las riquezas en las que se ha puesto el corazón!".

"¿Qué hacer para alcanzar la vida eterna?"  No es cuestión de reunir una serie de requisitos sino de ser transparentes en el trato  con Jesús, relativizar todo aquello que puede restarnos fuerzas, coherencia e ilusión en el vivir como hijos de Dios. El secreto es hacer  un buen uso  de nuestra riqueza, no idolatrar el dinero ("Consumir es un agua que cada vez da más sed"), ser capaces de compartir según nuestras posibilidades. Jesús recuerda: Dios como valor supremo es la máxima riqueza y  sabiduría del hombre, que nos invita a no despreciar los demás valores sino a estimarlos positivamente y  buscarlos ordenadamente. Para alcanzar el Reino y la felicidad el camino es despojarnos de nuestras seguridades (sean o no económicas) para ser "llenados" por la Gracia de Dios que es quien nos dará la salvación.

            El evangelio nos ayuda  a ser profundamente humanos,  a vivir con  libertad frente a las cosas materiales; a saber dar a cada cosa en valor que tiene dentro del conjunto y en relación al servicio que ofrece a las personas. Vivimos según lo que son nuestros valores, por eso no es indiferente que predominen en nuestra vida unos u otros pues determinan la mentalidad, el modo de afrontar los problemas, las relaciones…, por eso es necesario recordar que el espíritu de sabiduría es como una luz que nos muestra el verdadero camino que debemos seguir para vivir santamente en esta vida y alcanzar así la vida eterna. Santa Teresa escribía: "El que se salva sabe y el que no, no sabe nada". Que así sea con la Gracia de Dios.

No hay comentarios: