16 de diciembre de 2010

... QUE SIGNIFICA "DIOS CON NOSOTROS"

IV DOMINGO ADVIENTO -A- Is 7, 10-14/Rom 1, 1-7/Mt 1, 18-28

 

La Palabra de Dios en este domingo es una especie de vigilia litúrgica de la Navidad. Se anuncia la llegada inminente del Hijo de Dios; se subraya que este niño que nacerá en Belén es el prometido en las Escrituras y constituye la plena realización de la Alianza entre Dios y los  hombres. La primera lectura expone el oráculo de Isaías. El rey Acaz desea aliarse con el rey de Asiria para defenderse de sus vecinos. Ve las cosas desde el punto de vista terreno: quiere asegurarse una alianza con el más fuerte, decide unirse a los hombres despreciando el precepto de Dios. Frente a esa actitud Isaías le propone una respuesta de fe y confianza total en la providencia de Dios; le ofrece un signo: "la virgen está en cinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel, es decir, Dios con nosotros".

La tradición cristiana ha visto en este oráculo un anuncio del nacimiento de Cristo de una virgen llamada María. Tanto la carta a los Romanos como el evangelio indican que las profecías encuentran su cumplimiento en Cristo Jesús: "Todo ha sucedido para que se cumpliesen las Escrituras". La Alianza es un pacto que nace del amor de Dios y encierra un plan maravilloso para la humanidad. Anunciada en el Génesis, expresada en el Arco Iris tras el diluvio, establecida en el sacrificio de Abraham, formulada en el Sinaí (los diez mandamientos) encuentra su culmen en la Encarnación del Hijo de Dios. Dios que nos había hablado por los profetas, en los últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo. Parece que nada ha hecho desistir a Dios de su amor y alianza con los hombres.

            El misterio de la Encarnación se ha realizado en el momento en el cual María ha pronunciado su Fiat: "Hágase en mí según tu palabra". Aquel abandono de fe que no supo dar el rey Acaz, se ve fielmente realizado en María que dio su pleno consentimiento a la acción de Dios. Y también José, "el hombre justo" atento a cumplir la voluntad de Dios. Aun cuando advierte que en María está sucediendo algo extraordinario, es capaz de intuir la cercanía y la santidad de Dios (Moisés, Isaías, Ezequiel...) y se confía en sus  manos aunque no comprende todo su plan. La encarnación no es un acto divino que se impuso sobre los hombres. En ella, Dios tiene la delicadeza de esperar el consentimiento de aquella pareja de Nazaret, José y María. De esta manera Jesús es el fruto del "diálogo" más perfecto entre Dios y los hombres, fruto de la escucha de la Palabra de Dios y de su obediencia. Solo así podía Dios encarnarse y ser salvador siendo "Dios con nosotros".

            La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana. El Emmanuel es el Dios con nosotros. Jesucristo con palabras y obras, señales y milagros, sobre todo con su muerte y resurrección, y el envío del Espíritu de la verdad, lleva a la plenitud toda la revelación. Estas verdades fundamentales hacen sólida nuestra fe y nos ayudan a comprender la riqueza de nuestra vocación cristiana. Al contemplar cómo Dios nos ama, nos busca y nos envía a su Hijo, debería nacer en nuestro corazón un sentimiento de gratitud y confianza. Frente a la realidad humana con su dureza, frente al misterio del pecado del hombre y de la muerte, está el amor y la misericordia de Dios que son eternos. Sintamos que nuestras vidas, aunque heridas las múltiples contradicciones de la existencia, están en manos de Dios y que lo bueno para nosotros es "estar junto a Dios". Y que nuestra voluntad sea conforme a la voluntad de Dios, aunque esto implique, en ocasiones, "cambiar nuestros planes". "Dios con nosotros", sin ruido, sin propaganda, sin imponerse a la fuerza, transformando los corazones y el mundo…Que así sea con su Gracia.

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