22 de diciembre de 2010

"Y POR ENCIMA DE TODO ESTO, EL AMOR..."

Fiesta de la Sagrada Familia - Si 3,3-7/Col 3,12-21/Mt 2,13-15.19-23

 

Jesús vive en familia; en ella recibe protección y cuidado; en ella crece y asimila los valores de unos padres profundamente religiosos y honestos; en ella vive, en clima de afecto y fidelidad, el amor y la experiencia de vivir "en presencia de Dios"; a través de ella se inserta en una historia y en una cultura. La mirada al portal, a las peripecias de la huída a Egipto y a la estancia en Nazaret muestran un estilo de ser familia, plural y abierta,  escuela de amor y solidaridad, atenta al proyecto de Dios. Pero la familia de Jesús es semilla para abrirse a una familia más amplia, la gran familia humana de los hijos-as de Dios; se inserta en la perspectiva universal del Reino de Dios.

El papa Benedicto XVI en su visita al templo de La Sagrada Familia nos dejó una reflexión válida para la fiesta de hoy: "El Hijo del Altísimo, se anonadó haciéndose hombre y, al amparo de José y María, en el silencio del hogar de Nazaret, nos ha enseñado sin palabras, la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia, esperanza de la humanidad, en la que la vida encuentra acogida, desde su concepción a su declive natural. Nos ha enseñado también que toda la Iglesia, escuchando y cumpliendo su Palabra, se convierte en su Familia. Y más aún nos ha encomendado ser semilla de fraternidad que sembrada en todos los corazones aliente la esperanza".

Y refiriéndose a San José Manyanet que "imbuido de la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret" fue uno de los inspiradores del templo recordó que "desde siempre, el hogar formado por Jesús, María y José ha sido considerado como escuela de amor, oración y trabajo".  Por último,  actualizando el mensaje a nuestros días, añadió: "Las condiciones de la vida han cambiado mucho y con ellas se ha avanzado enormemente en ámbitos técnicos, sociales y culturales. No podemos contentarnos con estos progresos. Junto a ellos deben estar siempre los progresos morales, como la atención, protección y ayuda a la familia, ya que el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural. Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad. Por eso, la Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente. Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar".

Cada familia está llamada a edificar el hogar en el que crecer, desarrollarse, ser felices, afrontar las dificultades. El hogar es mucho más que la casa; es el espacio de amor y perdón, el entorno en el que nos encontramos y queremos desde lo más profundo de nosotros mismos, en el que aprendemos a convivir en el respeto y la ayuda mutua. No basta compartir aficiones, bienes o sensaciones para garantizar un proyecto familiar; tampoco es posible hacerlo si la persona no vive unificada interiormente. El amor verdadero, las convicciones profundas y compartidas, "la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión" ayudan a consolidar un programa de vida en común fundado en el amor verdadero. Fe y confianza se dan la mano en cada familia cristiana que, como la familia de Nazaret,  se siente bendecida y acompañada por Dios. Trabajemos, valoremos, cuidemos de la familia abriendo en ella un espacio de acogida  para la presencia de Dios. Que así sea con Su Gracia.

No hay comentarios: