2 de mayo de 2013

"Que no tiemble vuestro corazón..."

VI DE PASCUA -C- Hech15,1-2,22-29/Ap 21,10-14.22-23/Jn 14,23-29

           

Es propio del mensaje de Cristo inaugurar un modo nuevo de relación del hombre con Dios. A la idea antigua del Dios lejano, que se presenta con el rayo, el trueno o el fuego, sucede la imagen de un Dios-Padre que ve en el hombre al hijo querido, cuya cercanía busca. Y, de la misma manera que a la persona que amamos la tenemos presente, más aún, dentro de nosotros mismos y la vemos solo con cerrar los ojos, así Dios quiere que le busquemos y recibamos en la intimidad de nuestro ser. Porque es ahí, en el interior, el lugar en el que se libran esas tensiones calladas que nadie más que nosotros conoce; es dentro de nosotros, donde se ganan o se pierden las auténticas batallas de la vida, donde fluyen las intenciones, deseos e impulsos...es ahí donde Dios quiere habitar, el espacio donde él quiere estar presente.

 

No es el cielo o el sagrario su morada principal (no había templo en la visión del Apocalipsis: “Santuario no vi ninguno”); son nuestras personas su lugar más íntimo; nuestro interior se ha convertido, en palabras de Jesús, en la más grande catedral que tiene a Dios mismo como arquitecto...Dios vendrá a morar dentro de nosotros mismos para transformarnos, con la fuerza del Espíritu,  paulatinamente en él, para que podamos entender y guardar las palabras de Jesús y  “enseñarlo” al mundo. El amor se manifiesta cuando aquel a quien amamos vive en el fondo de nuestro corazón y “se manifiesta” en nuestras palabras y en nuestras obras.

Pablo, apóstol de los gentiles, juega un papel importante como describe la lectura de hoy, referida al Concilio de Jerusalén del año 49, primer concilio de la Iglesia, en el que se abordan estos temas. Allí se decide no “imponer más cargas que las indispensables”. Y esto es importante porque, a veces, las cargas, normas, obligaciones, han impedido ver lo esencial. Pablo quiere dejar claro que lo que nos salva, lo que nos pone en paz con Dios, es la fe en Jesucristo, no las obras de la ley. Y, además, deja entrever la necesidad de actualizar el mensaje perenne del evangelio, no para rebajarlo, sino para salir al encuentro de las nuevas culturas y nuevas generaciones. Desde este convencimiento la fe saltó a Asia y se extendió a todos los pueblos del mediterráneo.... es católica, universal.

 

El amor a Dios nos produce paz y alegría, nos hace personas equilibradas y optimistas. No queremos ser ingenuos ni irresponsablemente utópicos, pero no permitimos que nuestro corazón se acobarde ante las innumerables e inevitables dificultades que la vida nos presenta. Una persona en la que mora Dios, que está siempre en comunión con Dios, sabe que lleva encerrada, en el frágil vaso de su cuerpo, la fortaleza de Dios. Evidentemente podrá sentir miedo físico, debilidad psicológica y hasta imperfección espiritual, pero sabrá que la presencia del Dios que mora y vive dentro de él le va a proporcionar la fuerza  necesaria para resistir los achaques del cuerpo y las debilidades de su espíritu.  Jesús vive en nosotros, es paz que debemos contagiar, fuente de reconciliación y de vida, por eso “no tiembla n se acobarda  nuestro corazón”. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

 

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