31 de marzo de 2015

"... habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" Jn 13, 1

JUEVES SANTO - B

La institución de la eucaristía, narrada por Pablo en la segunda lectura, no aparece en el Evangelio de Juan, que sin embargo, como sabemos, narra “en su lugar” el lavatorio de los pies. Jesús ha estado predicando, hablando sobre Dios y realizando signos. Tras decretar que ha llegado su hora, celebra la última cena con sus discípulos, que inicia la narración de la Pasión y el desenlace al que se orienta todo el Evangelio: la entrega amorosa de Jesús como manifestación de la gloria y el amor de Dios y como victoria sobre las fuerzas del mal.  Es, además, una invitación a hacer lo mismo: los cristianos deben dar a su vida el sentido que Jesús manifestó en este texto: “Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis lo que yo he hecho”.

El comienzo solemne de la escena, que es también el comienzo de toda la narración de la Pasión, es digno de  mención: “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1). Un solo versículo con una riqueza inmensa, que nos introduce en el misterio del amor de Dios, nos sintetiza el sentido de los acontecimientos por venir y nos da la clave de su lectura. Este amor hasta el extremo que vemos en Jesús, es lo que hay tras el gesto del lavatorio de los pies, es lo que sacramentalmente recibimos en la eucaristía y lo que estamos llamados a imitar en nuestras vidas. El amor hasta el extremo es la realidad que une íntimamente los tres elementos centrales de la celebración de hoy (Eucaristía, sacerdocio y amor fraterno). Necesitamos incesantemente la Eucaristía, el memorial del amor que nos salva (para lo cual hacen falta sacerdotes), porque es una de las maneras (la más privilegiada y síntesis de las otras) de recibir sus beneficios, pero también porque necesitamos alimentarnos una y otra vez de aquello a lo que estamos llamados a ser (amor fraterno como sentido de la vida cristiana).

El Dios que se manifiesta en Jesús es todopoderoso, pero no manda a su Hijo a imponer esa potestad, sino a servir, a entregar su vida. Se trata de un Dios fuerte, invencible, pero que manifiesta estas características suyas en el padecimiento y la aparente derrota. No construyamos un ídolo proyectando nuestro ego insaciable: Dios no es todopoderoso como a veces deseamos nosotros serlo, ni es invencible como a veces nosotros queremos.  En Jesús vemos que Dios es amor, oblación, donación… lo que  nosotros estamos llamados a ser.

No caigamos en la tentación de Pedro: Nos gustaría que Jesús no tuviese que morir, y que no nos lavase los pies;  no deseamos el sufrimiento a nuestros seres queridos, e intentamos evitar que se comporten como esclavos. Peo nuestra mirada debe ver un gesto de suprema libertad donde el mundo sólo ve esclavitud (siendo Maestro y Señor lava los pies como esclavo; no le quitan la vida, la entrega él); y debe ver la  liberación de los seres humanos, la entrega voluntaria y salvífica de Jesús por todos, la puerta a una vida nueva y eterna, donde el mundo solamente ve una muerte horrible en una cruz (“sabía que había salido de Dios y que a Dios volvía; había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre”).

El amor hasta el extremo no debe confundirse con el “buenismo”, ni con una alegría superficial.  El amor contiene un aspecto  duro y difícil, porque exige la muerte de muchas cosas a las que nos aferramos con demasiada fuerza. Además, el amor es el único modo de luchar contra el mal, y la lucha contra el mal no es nunca fácil.  Pero no debemos olvidar que esa batalla no se lleva a cabo a golpes, sino con servicio y amor. También Jesús lavó los pies a Judas, a pesar de que el diablo ya había envenenado su corazón con la traición. La Cruz y el lavatorio de los pies, nos hablan de la victoria del bien sobre el mal, pero también de los medios de los que se sirve esa victoria.  El cristiano, el religioso… están llamados a vivir enamorados del Amor, y ser a la vez testigos del amor, instrumentos del Amor en este mundo. Esta semana tiene unas celebraciones para contemplar el amor, y aprender los caminos del amor. Fundamentalmente es el camino de la humildad y el  servicio. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

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